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Escritores del Cielo en Hades (5/10: Comunicación de Cerebro a Cerebro y Neuronas Espejo)
Escritores del Cielo en Hades (5/10: Comunicación de Cerebro a Cerebro y Neuronas Espejo)
Escritores del Cielo en Hades (5/10: Comunicación de Cerebro a Cerebro y Neuronas Espejo)
La quinta parte del taller de escritura y alquimia psiocológica de Aeolus Kephas revela la inevitabilidad de la telepatía constante vía las neuronas espejo. La comunicación directa de estados cerebrales hace que no podamos fingir empatía y vivamos en una red global de comunicación instantánea que apenas estamos haciendo consciente.
“Canst thou not minister to a mind diseas‘d,
Pluck from the memory a rooted sorrow,
Raze out the written troubles of the brain,
And with some sweet oblivious antidote
Cleanse the stuff‘d bosom of that perilous stuff
Which weighs upon the heart?”
—William Shakespeare, Macbeth
Neuronas Espejo & Comunicación No-Mediada
“Los neurocientíficos han descubierto células especializadas en el cerebro, llamadas neuronas espejo, que espontáneamente crean enlaces de cerebro a cerebro entre personas. Esto significa que nuestras ondas cerebrales, la química y los sentimientos pueden, literalmente, reproducir las ondas cerebrales, la química y los sentimientos de aquellos con los que nos estamos comunicando, de aquellos sobre los que estamos leyendo, viendo en televisión o simplemente de las personas que tenemos en nuestros pensamientos. Esto es perfectacmente natural y ha sucedido desde siempre. Nos permite empatizar instantáneamente con los demás y saber qué están sintiendo y experimentando”.
—Teka Luttrel, “Mirror Neurons: We Are Wired to Connect.”
El descubrimiento de las neuronas espejo marca un punto arquimídeo (una perspectiva de Ojo de Dios) desde el cual todo el conocimiento humano puede ser repensado y nuestros modelos deben de ser reformulados. La razón, en lenguaje simple, es que las neuronas espejo nos presentan una base científica sólida para la telepatía y la existencia de la telepatía cambia todo. El giro es que las nueronas espejo no indican que la telepatía es algo que puede suceder, es algo está sucediendo todo el tiempo. Ya sabemos que el lenguaje corporal —que incluye no solo el tono de voz y los gestos sino el aroma y las feromonas— significa que la mayor parte de la comunicación humana es no-verbal. Ahora parecería como si el lenguaje corporal también tuviera que ceder su lugar a la comunicación directa, a la interfaz cerebro a cerebro. Más allá de las palabras y gestos que estén sucediendo en la superficie, la transmisión primordial de significados parece ser el resultado de la correspondencia de patrones cerebrales.
Fuera del laboratorio, ¿cuáles son las formas en las que experimentamos esto? ¿Cuántas veces decimos algo “inocuo” que causa una inexplicable reacción emocional en alguien? Yo sugeriría que esto es un ejemplo de la telepatía de neuronas espejo en acción y que todas nuestras tentativas de ser “inocuos”, agradables o graciosos no sirven de mucho si nuestros cerebros están transmitiendo una señal diferente. Si esa es la comunicación que está siendo difundida, entonces la persona que recibe la transmisión responderá a nuestro estado cerebral y no a nuestras palabras. Una gran parte del comportamiento pasivo-agresivo es inconsciente: cuando decimos algo y queremos decir otra cosa, las más de las veces es sin darnos cuenta nosotros mismos —hasta que nos lo señalan (generalmente de manera poco amable). El hecho de que esto pasa en Internet es también prueba de que no es solo el lenguaje corporal el que transmite significados ocultos. De hecho, esta especie de raro “malentendido” muchas veces sucede de forma más dramática en intercambios vía e-mail o foros, y la razón podría ser que las señales físicas median entre el lenguaje y los estados cerebrales; cuando están ausentes, es más fácil que ocurra un malentendido. (Como todos saben, por esta razón tuvo que inventarse el emoticón). Sin embargo, hay una contradicción inherente aquí, lo que pensamos como un malentendido, muchas veces, es en realidad un claro entendimiento, ya que las personas usan las señales físicas, expresiones faciales y tono de voz (y los emoticones) tanto para ocultar como para clarificar.
Marshall McLuhan dijo que el medio es el mensaje. En nuestro caso presente, la herramienta que subyace a toda comunicación humana —el cerebro— es de hecho tanto el mensaje como el medio. Después de todo, lo que en realidad queremos comunicar, con cada mensaje, es quién somos y “en” dónde estamos. Y esto es precisamente lo que comunicamos, sin siquiera intentarlo y en contra de nuestra voluntad. Cuando dos computadoras remotas entre sí se conectan, hacen accesible toda su base de datos la una a la otra; de la misma forma cuando dos átomos se encuentran e intercambian información, es un involucramiento total el que ocurre. Dos perros olisqueando sus traseros están en la misma longitud de onda, así que parecería que solo los seres humanos tratan de hacer las cosas a la mitad y esta semi-medida puede ser un lujo de la ilusión. Como Dick infirió en una cita pasada, la privacidad podría ser un concepto válido únicamente para los “idiotas” que han aprendido a apagar sus centros de comunicación, al punto de que toda la telepatía ocurre solo a un nivel inconsciente. En otras palabras, aunque constantemente estamos intercambiando nuestra información vital, realmente no lo sabemos. Nos mantenemos enfocados en el mensaje ostensible que está transmitiéndose y en todas las “señales” y emoticones que nos dicen cómo leerlo, sin tener conciencia de que lo que está en juego es la porción mayor del mensaje: nuestros estados cerebrales totales.
Entender esto requiere una nueva forma de pensar la comunicación y la empatía. Cuando dos personas hablan entre sí (o se comunican por un medio escrito), sus cerebros se encienden en patrones resonantes y el significado se transmite. Esto es análogo a compartir archivos en una computadora: “te conectas” y descargas un archivo que tiene exactamente el mismo patrón que el original, incluso si se envía desde otra locación. Como se señaló antes, esto en realidad es más fácil de ver sin la mediación de otras señales (las señas físicas median el mensaje del estado cerebral), lo cual explica por qué son tan comunes las “flame wars” en los foros, cuando lo que transmitimos (literalmente nuestro estado mental) se refleja sin mediación. El comportamiento pasivo-agresivo —incluso o sobre todo cuando es inconsciente— se recibe con una respuesta exterior agresiva, así que nuestra experiencia es equivalente a ser abofeteado cada vez que intentamos ser amables. El problema es que intentamos ser amables, las más de las veces expresamente para encubrir todas las formas en las que no nos sentimos amables hacia la otra persona. Con los nuevos medios, estas inveteradas y obsoletas amabilidades sociales —hipócritas casi siempre— ya no son suficientes. No puedes fingir empatía con el lenguaje o con el tono de voz porque es fisiológico, es una experiencia de todo el cuerpo.
La ironía de esto es que Internet, como nuevo medio, aunque aparentemente genera una forma más remota de interacción humana, actualmente está gestando un mayor nivel de intimidad entre las personas, y de esta forma provocando la necesidad correspondiente de empatía. Esto se debe a que eleva a la superficie la naturaleza verdadera de la comunicación, una interfaz “telepática” directa (cerebro-a-cerebro), hace que permanentemente “compartamos archivos”.
La quinta parte del taller de escritura y alquimia psiocológica de Aeolus Kephas revela la inevitabilidad de la telepatía constante vía las neuronas espejo. La comunicación directa de estados cerebrales hace que no podamos fingir empatía y vivamos en una red global de comunicación instantánea que apenas estamos haciendo consciente.
“Canst thou not minister to a mind diseas‘d,
Pluck from the memory a rooted sorrow,
Raze out the written troubles of the brain,
And with some sweet oblivious antidote
Cleanse the stuff‘d bosom of that perilous stuff
Which weighs upon the heart?”
—William Shakespeare, Macbeth
Neuronas Espejo & Comunicación No-Mediada
“Los neurocientíficos han descubierto células especializadas en el cerebro, llamadas neuronas espejo, que espontáneamente crean enlaces de cerebro a cerebro entre personas. Esto significa que nuestras ondas cerebrales, la química y los sentimientos pueden, literalmente, reproducir las ondas cerebrales, la química y los sentimientos de aquellos con los que nos estamos comunicando, de aquellos sobre los que estamos leyendo, viendo en televisión o simplemente de las personas que tenemos en nuestros pensamientos. Esto es perfectacmente natural y ha sucedido desde siempre. Nos permite empatizar instantáneamente con los demás y saber qué están sintiendo y experimentando”.
—Teka Luttrel, “Mirror Neurons: We Are Wired to Connect.”
El descubrimiento de las neuronas espejo marca un punto arquimídeo (una perspectiva de Ojo de Dios) desde el cual todo el conocimiento humano puede ser repensado y nuestros modelos deben de ser reformulados. La razón, en lenguaje simple, es que las neuronas espejo nos presentan una base científica sólida para la telepatía y la existencia de la telepatía cambia todo. El giro es que las nueronas espejo no indican que la telepatía es algo que puede suceder, es algo está sucediendo todo el tiempo. Ya sabemos que el lenguaje corporal —que incluye no solo el tono de voz y los gestos sino el aroma y las feromonas— significa que la mayor parte de la comunicación humana es no-verbal. Ahora parecería como si el lenguaje corporal también tuviera que ceder su lugar a la comunicación directa, a la interfaz cerebro a cerebro. Más allá de las palabras y gestos que estén sucediendo en la superficie, la transmisión primordial de significados parece ser el resultado de la correspondencia de patrones cerebrales.
Fuera del laboratorio, ¿cuáles son las formas en las que experimentamos esto? ¿Cuántas veces decimos algo “inocuo” que causa una inexplicable reacción emocional en alguien? Yo sugeriría que esto es un ejemplo de la telepatía de neuronas espejo en acción y que todas nuestras tentativas de ser “inocuos”, agradables o graciosos no sirven de mucho si nuestros cerebros están transmitiendo una señal diferente. Si esa es la comunicación que está siendo difundida, entonces la persona que recibe la transmisión responderá a nuestro estado cerebral y no a nuestras palabras. Una gran parte del comportamiento pasivo-agresivo es inconsciente: cuando decimos algo y queremos decir otra cosa, las más de las veces es sin darnos cuenta nosotros mismos —hasta que nos lo señalan (generalmente de manera poco amable). El hecho de que esto pasa en Internet es también prueba de que no es solo el lenguaje corporal el que transmite significados ocultos. De hecho, esta especie de raro “malentendido” muchas veces sucede de forma más dramática en intercambios vía e-mail o foros, y la razón podría ser que las señales físicas median entre el lenguaje y los estados cerebrales; cuando están ausentes, es más fácil que ocurra un malentendido. (Como todos saben, por esta razón tuvo que inventarse el emoticón). Sin embargo, hay una contradicción inherente aquí, lo que pensamos como un malentendido, muchas veces, es en realidad un claro entendimiento, ya que las personas usan las señales físicas, expresiones faciales y tono de voz (y los emoticones) tanto para ocultar como para clarificar.
Marshall McLuhan dijo que el medio es el mensaje. En nuestro caso presente, la herramienta que subyace a toda comunicación humana —el cerebro— es de hecho tanto el mensaje como el medio. Después de todo, lo que en realidad queremos comunicar, con cada mensaje, es quién somos y “en” dónde estamos. Y esto es precisamente lo que comunicamos, sin siquiera intentarlo y en contra de nuestra voluntad. Cuando dos computadoras remotas entre sí se conectan, hacen accesible toda su base de datos la una a la otra; de la misma forma cuando dos átomos se encuentran e intercambian información, es un involucramiento total el que ocurre. Dos perros olisqueando sus traseros están en la misma longitud de onda, así que parecería que solo los seres humanos tratan de hacer las cosas a la mitad y esta semi-medida puede ser un lujo de la ilusión. Como Dick infirió en una cita pasada, la privacidad podría ser un concepto válido únicamente para los “idiotas” que han aprendido a apagar sus centros de comunicación, al punto de que toda la telepatía ocurre solo a un nivel inconsciente. En otras palabras, aunque constantemente estamos intercambiando nuestra información vital, realmente no lo sabemos. Nos mantenemos enfocados en el mensaje ostensible que está transmitiéndose y en todas las “señales” y emoticones que nos dicen cómo leerlo, sin tener conciencia de que lo que está en juego es la porción mayor del mensaje: nuestros estados cerebrales totales.
Entender esto requiere una nueva forma de pensar la comunicación y la empatía. Cuando dos personas hablan entre sí (o se comunican por un medio escrito), sus cerebros se encienden en patrones resonantes y el significado se transmite. Esto es análogo a compartir archivos en una computadora: “te conectas” y descargas un archivo que tiene exactamente el mismo patrón que el original, incluso si se envía desde otra locación. Como se señaló antes, esto en realidad es más fácil de ver sin la mediación de otras señales (las señas físicas median el mensaje del estado cerebral), lo cual explica por qué son tan comunes las “flame wars” en los foros, cuando lo que transmitimos (literalmente nuestro estado mental) se refleja sin mediación. El comportamiento pasivo-agresivo —incluso o sobre todo cuando es inconsciente— se recibe con una respuesta exterior agresiva, así que nuestra experiencia es equivalente a ser abofeteado cada vez que intentamos ser amables. El problema es que intentamos ser amables, las más de las veces expresamente para encubrir todas las formas en las que no nos sentimos amables hacia la otra persona. Con los nuevos medios, estas inveteradas y obsoletas amabilidades sociales —hipócritas casi siempre— ya no son suficientes. No puedes fingir empatía con el lenguaje o con el tono de voz porque es fisiológico, es una experiencia de todo el cuerpo.
La ironía de esto es que Internet, como nuevo medio, aunque aparentemente genera una forma más remota de interacción humana, actualmente está gestando un mayor nivel de intimidad entre las personas, y de esta forma provocando la necesidad correspondiente de empatía. Esto se debe a que eleva a la superficie la naturaleza verdadera de la comunicación, una interfaz “telepática” directa (cerebro-a-cerebro), hace que permanentemente “compartamos archivos”.
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